Esta vez sólo con el Fer. Estoy en Dharamsala, el pequeño pueblo del norte de India en el que vive una gran colonia de tibetanos y el Dalai Lama. El Buda que está a mi espalda tiene ojillos de haberse fumado un porro hace poco. Y observar el detalle de las galletas, vaya ofrendas que se marcan los budistas. Ellos sí que saben.
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