Estoy dentro de un autobús, en una carretera perdida de Laos. Todavía no sé si los habitantes de este país asiático se llaman realmente laosianos (suena bien, a marciano, a murciano). Al principio del viaje estaba peinadito. Cuando llegamos a Luann Namthan desde Huay Xai, después de ocho horas, tenía tanto polvo que me tuve que duchar dos-dos veces.
sábado, 29 de enero de 2005
Suscribirse a:
Entradas (Atom)