Ese trapito que hondea sobre la caseta de los salvavidas es una de las cosas más odiadas y deseadas del mundo. Las barras y las estrellas. Acabo de llegar a Los Ángeles, qué ciudad más extensa. Y, nada, les he dicho a mis amigos que por qué no íbamos a Venice Beach, suena bien y lo mismo nos encontrábamos con Pamela Anderson o David Quepedollevo Hasselford. No ha habido suerte.
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