jueves, 13 de diciembre de 2007

El Correo


Si fuera un peluche-vampiro-estadounidense y alguna noche llegase todo cocido a casa seguro que algún día me tocaría dormir en la cajita del correo. Se me echaría el día encima buscando las llaves de casa y no quedaría otra. Si es que me pongo fino. Y más cuando llego a Las Vegas.

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