jueves, 27 de octubre de 2005

Ay!!!


Nunca supe por qué me colocaron ahí. ¿Qué se pensaban que los cactus sólo les pinchan a ellos? ¡Los muñecos también tenemos sensibilidad! Continuamos en el Salar de Uyuni. Todo lo que rodeaba esta isla de cactus y rocas es un inmenso mar de sal. Yo, mientras me pinchaba el culo, pensaba en Maradona: ¿Qué habría hecho el astro argentino si en sus tiempos golfos hubiera visitado en salar? Lo mismo se habría arrastrado y habría construido, esnifa que te esnifaré, una pequeño camino desierto de sal.

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