Lo que se ve detrás de mí es la Hamada argelina, una parte del desierto del Sáhara en el que, según dicen los beduinos, no quieren vivir ni los lagartos. Lo que se ve también es parte del campamento de Dajla, el más alejado, el más caluroso, el más bello también. Y así fue como de este lugar inhóspito los saharauis hicieron algo humano.
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