
De vuelta a la civilizacion. Aqui estoy en las concurridas calles del barrio de Thamel. Prefiero el campo, pero un poco de ajetreo no me ha venido mal. Ruidos, bocinas y polucion.
Mysore, una de las ciudades más bonitas del sur de India, nos dio la bienvenida con una comitiva de borrachos que abarrotaban la zona en la que estaba nuestro pequeño hotel. Todos intentando saludar al pequeño Leo, que, por cierto, no se extrañaba de que algunos vinieran hacia el haciendo eses. Aquí estoy delante del Palacio del Maharaha, nada menos.
Ya estoy en Goa, provincia india que es conocida en todo el mundo por los fiestones que se montaban y se montan. Aunque tristemente en lo que se ha convertido es en la nueva meca del turismo ruso, esa gente tan aspera y tan suya. ¿Veis la iglesia? Todo tiene su explicación, es que Goa fue colonia portuguesa durante cientos de años.
Los trenes son una institución en India. Tienen 6 clases, desde los asientos de madera hasta los compartimentos cerrados y con aire acondicionado. Yo, a lo largo de los años, me he cansado de viajar en quinta, pero ahora como nos acompaña el pequeño Leo, hemos optado por la segunda. Aire acondicionado y mucha tranquilidad. Goa nos espera.
Tuvimos que andar mucho para llegar a este lugar, y el calor apretaba. El caso es que cuando por fin dimos con el sitio... estaba vacío. Y es que nos habían dicho que podíamos encontrar a cientos de personas lavando la ropa. Al estilo indio, golpeándola contra la piedra hasta que sale la suciedad. Pero era domingo... nuestro gozo en este pozo.
Pues aqui estamos, delante de la Puerta de India, en la preciosa ciudad de Bombay. Como ya sabeis, los ordenadores de esta parte del mundo no tienen enies ni tildes, pero, vamos, se nos entiende. En un solo dia han sido decenas de indios los que han querido hacerse una foto con el pequenio Leo. Claro, tan blanco y tan canijo... 