Yo le decía: "¡Javichu, acércame a ese muro, y sácame una buena foto!". Pero, ay, amigos, ¿quién tiene el valor de llevar a un muñeco tan de coña como yo hasta el Muro de las Lamentaciones y hacerle una foto. Seguro que los ultraortodoxos judíos -los cafres muchachos de los tirabuzones- se le hubiesen echado encima. ¿Y cuál hubiera sido nuestros castigo? "Os tenéis que golpear la cabeza por los menos 333.333 veces contra el muro antes de poderos ir". Mejor no, y entonces decidimos hacer la foto un poquito retirados.
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