Lo que se ve detrás de mí es el Obradoiro. Me he venido a Santiago de Compostela, en parte para alejarme un poquito del sofoco de Madrid. Después de ver a decenas de peregrinos me han entrado las ganas de hacer el camino. Desde Roncesvalles hasta Finisterre. Me apetece. El cielo, naturalmente por estas tierras, está encapotado. No importa.
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