Freakies siempre encuentras. Estos beduinos me han invitado a su tienda en Tombuctú. Hemos tardado muchas horas en llegar desde Djenné en 4x4. Cruzando el río Níger en un pequeño barco he visto el primer hipopótamo libre de mi vida.
Aquí vamos encima de un coche. En Mali se vieja donde se puede. Nosotros no nos ponemos finos, que si no ya sabemos que no llegamos a ninguna parte. Además, mola viajar encima de los coches, corre el aire y uno se ríe por nada. Como estos dos.
Buena foto, eh! Nos despedimos de nuestros amigos franceses. A parte de Frank y Xavier, que ya los conocéis, está Armel y su perro. Este último y el menda, hemos hecho muchas migas. A ratos me dejaba que me subiera en su chepa y me llevaba, para que no me cansara mucho. Los vamos a echar de menos a todos. Au revoir.
Soy el bisnieto del que salía junto a su inseparable amigo Blas en Barrio Sésamo. De mi bisabuelo recuerdo su candidez, aquel peinado tan surrealista, su estridente risa y esa voz susurrante. Nadie como él.
Seguro que muchos pensáis que los muñecos sólo respondemos a estímulos tipo José Luis Moreno (odio a ese tipo). Pero no: ¿no recordáis al abuelo de Fraguel Rock? ¿Y al gnomo de Amelie? Somos mucho más autónomos de lo que podáis pensar. Este blog es una buena muestra de ello. Mi bisabuelo cruzó fronteras: En los países anglosajones le conocían por Ernie y en Latinoamérica como Enrique. Así que un día pensé: ¿Por qué no yo? ¿Por qué no emular a todos ellos?
La historia es más o menos así: Me regalaron para ser la compañía de dos gatos, luego un humano me robó de la casa de los gatos, me colocó en una torreta llena de píldoras y cuando me di cuenta estábamos viajando hacia Asia para dar la vuelta al mundo. El resto está en imágenes.