Aquí estoy haciendo un poco el notas en Jodphur, la Ciudad Azul de Rajastán, India. La temperatura supera con creces los 40º. Sólo a mí se me ocurre venir en verano a esta zona. Es como pasar una temporada en el infierno.
Aquí estoy en una de las ciudades más peculiares que he visitado en toda mi vida: Varanasi, en la India. Lo que se ve al fondo son los escalones (ghats) que van a dar al río Ganges. Y lo que se huele es la carne quemada de los crematorios que se levantan a orillas del río. ¿Qué habría dicho Blas si hubiese estado allí? “Dios mío, Epi, ¿realmente es necesario que nos acerquemos tanto a las piras funerarias?”. Siempre refunfuñando.
¿Es cómico? Un poco, la verdad. No sé por qué, pero estos surtidores siempre me recuerdan a 'La Casa de la Pradera', esa serie tan “happy” que protagonizaba ese actor que luego se hizo ángel. Ayyy, es cierto, no pude sacar ni una gota de agua sin que un niño del Parque Natural de Chitwan, al sur de Nepal, me ayudase.
Soy el bisnieto del que salía junto a su inseparable amigo Blas en Barrio Sésamo. De mi bisabuelo recuerdo su candidez, aquel peinado tan surrealista, su estridente risa y esa voz susurrante. Nadie como él.
Seguro que muchos pensáis que los muñecos sólo respondemos a estímulos tipo José Luis Moreno (odio a ese tipo). Pero no: ¿no recordáis al abuelo de Fraguel Rock? ¿Y al gnomo de Amelie? Somos mucho más autónomos de lo que podáis pensar. Este blog es una buena muestra de ello. Mi bisabuelo cruzó fronteras: En los países anglosajones le conocían por Ernie y en Latinoamérica como Enrique. Así que un día pensé: ¿Por qué no yo? ¿Por qué no emular a todos ellos?
La historia es más o menos así: Me regalaron para ser la compañía de dos gatos, luego un humano me robó de la casa de los gatos, me colocó en una torreta llena de píldoras y cuando me di cuenta estábamos viajando hacia Asia para dar la vuelta al mundo. El resto está en imágenes.